Hoy, 23 de setiembre, empieza oficialmente la primavera en el Perú y aunque en muchos departamentos como en Lima aún siguen los climas fríos, muchos hablamos ya de “el calor” o de “la calor”; pero ¿cómo se debe expresar? Sepa, estimado lector, que “calor” es un sustantivo ambiguo, es decir, puede presentar tanto el artículo […]
Por Carola Tueros. 25 septiembre, 2012.Hoy, 23 de setiembre, empieza oficialmente la primavera en el Perú y aunque en muchos departamentos como en Lima aún siguen los climas fríos, muchos hablamos ya de “el calor” o de “la calor”; pero ¿cómo se debe expresar? Sepa, estimado lector, que “calor” es un sustantivo ambiguo, es decir, puede presentar tanto el artículo masculino como el femenino sin que cambie su lexema. Lo mismo ocurre con el/la sartén, el/la azúcar, el/la maratón, el/la interrogante, el/la mar, etc. En realidad son palabras invariables ya que el distinto género no comporta ningún cambio de significado.
La diferencia se da, por lo general, en singular y no en plural: “mar” en plural es siempre los mares (masculino) y no *las mares (femenino), por ejemplo. La Nueva gramática básica de la lengua española (2011) indica que la ambigüedad en algunos nombres o sustantivos es propia de algunas variedades geográficas, así como de ciertos registros y niveles de lengua.
Esto significa que si bien el sustantivo calor es mayoritariamente masculino, en algunas regiones se emplea “la calor”, forma femenina que no pertenece al español estándar. Sin embargo, esta no pertenencia no implica incorrección en su uso ni tampoco que se deba eludir. El diccionario en línea DRAE, justamente, lo indica: calor viene del lat. calor, -ōris, también se usa como femenino (U. t. c. f. ).
Debemos recordar que una lengua es una “unidad relativa” porque dentro del sistema de una lengua se dan distintas normas, distintos usos recurrentes, que identifican a distintos grupos de hablantes de esa lengua. Los rasgos del habla identifican la procedencia geográfica, el nivel social e incluso las variadas circunstancias que vive el hablante. Son señas de identidad que adoptamos al hablar y sabemos identificar. Por ellas nos reconocemos miembros de un determinado grupo dentro de nuestra comunidad lingüística: los marineros, por ejemplo, se inclinan por “la mar” en vez de “el mar”.
Se puede enunciar, entonces, “el calor” o “la calor” siendo correctas ambas posibilidades. Queda claro que la utilización de una u otra forma nos permitirá conocer muchas veces el origen del hablante, su lugar de procedencia, su actividad o profesión, etc. En la Costa del Perú, por ejemplo, se utiliza más la forma “el calor”; y en la Sierra, “la calor”.
Despejada la duda, festejemos ahora la primavera y que irradie en todo el Perú “el calor” y “la calor”.
Facultad de Humanidades
Universidad de Piura – Campus Lima
Artículo publicado en el diario Correo (Piura), domingo 23 de setiembre de 2012